Carta de una madre
¡A quién pueda interesar!
En el siglo XXI en el
que las personas ya no se esconden en un armario por su condición sexual,
religiosa o política, aún quedan seres que sí tienen que hacerlo; pues declarar
públicamente que padecen síndrome de Asperger produce en la sociedad un rechazo
a la hora de relacionarse para encontrar pareja o en el mundo laboral para
encontrar trabajo.
El gran desconocimiento
acerca de este síndrome, convierten a las personas que lo padecen en poco
fiables o problemáticas. ¡ Y nada más lejos de esta percepción! Los Asperger
son personas extraordinarias, trabajadores excepcionales, perfeccionistas y
rigurosos, con un gran sentido del deber, responsabilidad y fidelidad; que
poseen un sexto sentido para ver y observar allí donde el resto de los mortales
no percibimos nada.
Son personas con una
inteligencia por encima de la media y poseen una mente privilegiada para
aquello que le apasiona, mente a veces desaprovechada por no poder alcanzar sus
metas. Si no tienen a alguien que vea
todas sus virtudes, que son muchas, y solo se centren en la apariencia
externa, ¡están perdidos! porque en ellos no se cumple el dicho de que "la
cara es el espejo del alma". Su cara puede ser más o menos expresiva pero su alma es brillante.
Soy madre de un
Asperger, su currículum es extenso, siempre en continua formación: profesor de
historia, investigador, escritor, articulista... pero sin trabajo.
Después de varios años
de lucha, denunciando el problema de este colectivo, en tierra de nadie para su
inserción en el mundo laboral, habiendo, incluso, escrito a casa real,
presidencia de gobierno, Amancio Ortega, sin obtener resultado alguno, seguimos
luchando esperando que alguien le ofrezca
una oportunidad para trabajar y descubran que como trabajadores, muchos
de los que nos llamamos normales deberíamos poseer algunas de sus cualidades
para poder llegar a ser trabajadores tan impecables como lo son ellos.
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